miércoles, 19 de noviembre de 2014

La fiesta de las castañas en Dílar


Es una muestra de la tradición cristiana de la celebración de esta fiesta pagana acogida en el seno católico con honda afinidad a la tradición céltica. Esta fiesta se celebra en la estación de otoño –justo en la mitad estacional- y que anuncia la antesala del invierno.
La conmemoración en la fiesta de las castañas, aparte de celebrar y honrar a nuestros muertos, también lo hacemos confraternizando con sus almas, purificándolas con las candelarias que les ofrecemos como son las hogueras, las luminarias en los huecos de corteza de las calabazas o de melones. También es un acercamiento entre los familiares, donde los más jóvenes aprenden a comunicarse con el mundo de los muertos con los juegos de mascararse la cara y otros lugares de su cuerpo y jugar con las luminarias ofreciéndoles la fortaleza de la pureza que solo los niños tienen.
Desde el siglo XX la fiesta de la Castaña se ha realizado en el pueblo de Dílar como una celebración familiar y de fraternidad con los demás con el asado de castañas y de bellotas, así como el acompañamiento con aguardientes, maíz rosetero (para las palomitas) y dulces. Lo jóvenes lo celebraban entre amigos en casas particulares o espacios libres con la misma liturgia y hermandad.
La fecha de celebración de LA FIESTA DE LA CASTAÑA siempre fue el día 1 de noviembre, el día de todos los Santos. Pero en el año 1992 esta fiesta se popularizó, o se institucionalizó por la corporación municipal, y aun perdura en la actualidad como una fiesta que se celebra para todo el pueblo y que se adelantó al día 31 de octubre, sólo con la idea de que el día uno de noviembre es festivo, aunque no sea domingo.




La costumbre de comer las bellotas y las castañas es larga en la tradición española. Así se puede observar en dos estrofas del poema en el siglo XVII de D. Luís de Góngora y Argote en el poema de “Ándeme yo caliente y ríase la gente” que dice:
(…)
Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados
como píldoras dorados,
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.

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