miércoles, 28 de octubre de 2015

Batatines




  • 1 kg. de batatín o boniato pequeño.
  • 800 grs. de azúcar.
  • 1 limón.
  • ½ cucharada de canela.
  • 1 copa de ron.
  • Sal
  • Azúcar tamizada –glas-

Elaboración:

Los boniatos o batatines se lavan muy bien, los echamos cubiertos de agua en una cacerola a fuego normal y probamos con un tenedor si se van desprendiendo bien la piel. Lo apartamos en un escurridor, quitamos la piel y lo troceamos. Volvemos a ponerlos en el recipiente a fuego lento para que desprenda el agua que tienen y, seguidamente, le agregamos una pizca de sal, la raspadura de limón y el zumo, el azúcar, la copa de ron y la ½ cucharada de canela y, a fuego lento, vamos moviéndolos, durante una hora y media, hasta que se vaya haciendo una pasta. Lo apartamos y lo pasamos por la batidora. Volvemos a ponerlo a fuego lento moviendo durante unos quince minutos, quedando una masa como la de dulce de membrillo. Y la apartamos en una fuente llana y dejamos la masa enfriar. Una vez fría, la cortamos en trozos pequeños, como croquetas alargadas, y los rebozamos bien en azúcar tamizada.
Cogemos una bandeja llana, la cubrimos con papel de horno, y colocamos los palitos de batatín, lo cubrimos con azúcar para que no se peguen, y dejamos reposar durante unos treinta días aproximadamente, para que éstos endurezcan, es decir, los batatines se quedan por fuera duros y blandos por dentro. Se pueden servir solos, o bien, en papel de magdalena.

Sugerencias: 

Se pueden servir para los santos o navidad fundamentalmente. También se pueden servir con almendra o nuez molida por dentro y coco por encima. Estos productos se les deben de añadir solo tres o cuatro días antes de consumir.

El batatín también se puede hacer asado, pero el tiempo de cocción es más largo.

Buñuelos



  • 200 grs.de harina
  •  1 vaso y ½ de agua
  • 1 sobre de levadura royal
  • Sal
  • Aceite

Elaboración:

Ponemos el agua caliente, sin hervir, en un bol con la sal y la movemos, vertemos poco a poco la harina y la movemos constantemente con una varilla para que no le salga grumos a la masa, dejando espesar la masa como una especie de natilla, o algo más clara.
Ponemos una sartén con abundante aceite y con el molde de hacer buñuelos, al fuego alto hasta que comience a hervir, sacamos el molde del aceite y con una cuchara echamos la masa en el molde y lo metemos en el aceite hirviendo hasta que se desprende la masa del molde, dejamos que se dore un poco y damos inmediatamente la vuelta y los sacamos al escurridor.
Los buñuelos se pueden comer solo fritos, echándole por encima azúcar. Éstos son recomendables para tomar con chocolate, tanto en el desayuno como en la merienda.

Observaciones:

El molde no se debe de lavar nunca con agua. Es decir, el molde antes de ser usado lo quemamos en el aceite hirviendo. Una vez finalizado, se limpia con un paño o trapo de cocina y se guarda para la próxima vez que lo utilicemos.






miércoles, 21 de octubre de 2015

Ensalada de escarola con granos de granada





  • Escarola
  • 3 dientes de ajo
  • 1 cebolla mediana
  • Aceite
  • Sal
  • Pimienta
  • vinagre
  • azúcar
Elaboración:
Limpiamos una o dos escarolas y apartamos la parte interior (la más blanca) para la elaboración de la ensalada. Las hojas más verdes la aprovechamos para realizar sopa de escarola. Se lavan muy bien y se trocean al gusto, mejor en juliana y se le agregan los granos de la granada limpia en una fuente. Aparte, en una sartén, cogemos los dientes de ajo laminados con un poco de aceite y los freímos hasta que doren y se lo vertemos a la fuente. Después, la cebolla picada en juliana, se echa en la sartén con azúcar y aceite y la caramelizamos. Una vez caramelizada, se echa en la fuente y lo salpimentamos al gusto.

Sugerencias:

Esta ensalada, normalmente se hace solo con el ajo frito con pimentón, vinagre y salpimentada.


Galletas rellenas





  • Galletas maría gordas.
  • 250 a 300 grs. de manteca de cerdo
  • 2 huevos
  • Coco
  • 1 limón
  • 2 cucharadas de maicena
  • 50 grs. de azúcar
  • ½ litro de leche
  • Guindas en almíbar
Elaboración:

En un cazo hacemos la crema pastelera: con las dos yemas de huevo, raspadura de limón, azúcar y la leche fría. Apartamos ½ vaso de leche para para desliar la maicena y que quede sin grumos.

La crema pastelera la penemos a fuego lento con un chorreón de limón y ,una vez que calienta el recipiente, vamos agregando la maicena disuelta anteriormente y, sin dejar de mover, la tenemos entre un minuto o dos a fuego lento hasta dejarla sin grumos. Una vez hecha, la apartamos del fuego y la dejamos enfriar.

Aparte, en otro cazo ponemos la manteca al fuego hasta dejarla liquida, una vez liquida se aparta.

En una fuente llana, cogemos una galleta y con una cuchara le ponemos crema pastelera y la tapamos con otra galleta, una vez relleno de crema y tapadas todas las galletas, vamos mojando en la manteca líquida todas las galletas rellenas y las dejamos en la fuente llana. Para terminar, se le pone la guinda en medio de cada galleta y se espolvorea con coco. La manteca siempre debe permanecer líquida, es decir si se espesa debemos de calentarla para licuarla.

Sugerencias:

Se le puede echar la crema que más te apetezca, de chocolate, nata, etc. Así como la decoración que quieras.


Ensaladilla de patatas con tomate rallado


  • 3 a 4 patatas gordas
  • 3 a 4 tomates rojos
  • 1 a 2 zanahorias medianas.
  • 100 a 125 grs. de atún
  • 1 pimiento rojo asado
  • 3 huevos
  • 2 cebolletas o una cebolla
  • Aceitunas
  • Aceite
  • Sal
  • Vinagre

Elaboración:

En un recipiente se echan las patatas peladas y troceadas por la mitad o a cuatro cascos y las dos zanahorias peladas y troceadas en agua fría con sal. Una vez cocidas, se apartan en un escurridor y, calientes, con el tenedor se chafan o desmenuzan. Una vez desmenuzadas se echa el atún, la cebolleta, las aceitunas cortadas, los huevos duros laminados y se mezclan con la ralladura de los tomates, la zanahoria se corta de forma laminada.
Una vez mezclado con un poco de aceite de oliva y un poco de vinagre, al gusto, y por encima se deja un huevo laminado; así como, algunas aceitunas laminadas y el pimiento rojo hecho tiras, las que sirven como decoración de presentación.

Sugerencias:

A esta ensaladilla se le puede echar especias y otros productos que os gusten.


miércoles, 14 de octubre de 2015

Mermelada de granada


  • 1 kg. de granos de granada
  • 500 grs. de azúcar
  • 1 limón
  • 2  a 3  cucharada de maicena
  • Canela
  • Sal

Elaboración:


Echamos los granos en un recipiente y los ponemos a hervir durante unos quince minutos. Luego, lo pasamos por la batidora y el zumo de éstos lo pasamos por un colador espeso, para quitarle los gránulos que le quedan. En el mismo recipiente, al fuego durante unos cinco minutos hirviendo, vertemos el azúcar, ½ cucharadita de canela, raspadura del limón, el zumo del limón, una pizca de sal y las  cucharadas de maicena. Lo dejamos a fuego medio para que vaya reduciendo el líquido y vaya espesando. Una vez hecha una pasta clara, se aparta y se deja enfriar, una vez que va enfriando esta pasta va espesando.

Sugerencias:

Si se quiere que esta mermelada espese aún más, solo basta con echarle un poco de maicena más y dejar en el fuego un poco más de tiempo.

Para dejarlo en conserva, se pone al baño maría entre 20 minutos y 30 minutos.
Otra opción es, todavía caliente la mermelada, se mete en tarros, se tapan bien y se ponen boca bajo de 12 a 24 horas.
Una tercera opción es dejar que se enfrié y meterlas en el congelador.


Si quieres ver mas recetas de mermeladas pincha aquí.
Si la quieres más liquida para los creps se le añade una cucharada de maicena o harina.


Petacas


  • 300 grs. de harina.
  • 2 sobres de levadura de panadero (11 grs
  • ½ cucharada de sal
  • ½ vaso de agua caliente

Elaboración:
 
Colocamos la harina en el recipiente donde vayamos hacer la masa, tipo volcán, y en el orificio del centro le echamos la levadura y la sal. Seguidamente, vamos vertiendo el agua poco a poco y amasando, hasta dejar la masa que se desprenda de las manos y del recipiente. Dejamos fermentar la masa durante unos treinta a cuarenta minutos, tapándola con un tapete o mantel junto al calor del sol, o bien lo podemos poner al horno durante unos treinta minutos entre 35 ó 40 grados.
Una vez que tenemos lista la masa, la ejecución de las petacas es la siguiente: con un rodillo de cocina aplanamos la masa hasta ponerla fina y la cortamos en trozos. Ponemos una sartén con abundante aceite a fuego alto y, cuando comienza a hervir, echamos los trozos de masa y, cuando van dorando, damos la vuelta y los sacamos inmediatamente al escurridor.
Se puede comer en caliente, solas o con azúcar. Cuando la petaca está fría se pueden tomar acompañadas de diferentes quesos frescos.

Sugerencias:
Si no disponemos de levadura, la podemos sustituir por un poco de aceite y de vinagre para que suba la masa.


miércoles, 7 de octubre de 2015

La matanza del cerdo (marrano), en Dílar


Foto cedida por Paco Martín
 
Un poco de historia.
En la gastronomía de Dílar, el cerdo (marrano) ha tenido una gran importancia a la hora de realizar los guisos para todo tipo de familias a lo largo de su historia.
Tal ha sido la importancia de este preciado animal que, desde su crianza hasta llevarlo al sacrificio para la matanza, ha supuesto toda una tradición en todas las viviendas, donde los que las habitaban, tanto familias humildes como las que gozaban de una economía más holgada, han sido habituales en sus mesas.
Hasta últimos años de los cincuenta a principios de los sesenta del pasado siglo, no había familia en Dílar que no criara uno o dos cerdos mínimo. Todo ello en función de carga familiar y sobre todo del nivel económico que tuviesen cada familia.
La crianza del cerdo, habitualmente, ha sido una tarea encomendada a los niños y a las mujeres para la alimentación y engorde. Habitualmente, el engorde se realizaba como mínimo durante un año y más tiempo, alimentándolos tanto en el campo como en las marraneras. Su alimentación era de hierbas, desperdicios, patatas pequeñas y algún que otro producto de cereales (maíz, cebada, etc.). Es decir, el engorde de estos animales hasta principios de los sesenta era de una alimentación extensiva y ecológicamente muy natural (ya que a partir de mediados de los sesenta, el engorde del cerdo se realiza de forma más intensiva y de engorde en las porquerizas –marraneras- en tres meses y con la combinación de productos del campo, desperdicios y, sobre todo de piensos compuestos). Y el peso habitual como media que tenían los cerdos era como mucho de unas siete a ocho arrobas (de entre 70 a 80 kg. de peso bruto).
En esta primera etapa se guardaban marranas de cría para procrear la especie de este animal, por parte de algunas familias, hasta que es sustituida por la compra de lechones para el engorde en la segunda etapa que hemos mencionado.
En esta segunda etapa, desde los sesenta aproximadamente, el engorde del cerdo oscilaba de entre noventa a cien días de alimentación, realizado por medio de tubérculos, cereales molidos, salvaos y de desperdicios de las comidas que había en las casas. Esta era la alimentación básica. Éste ya se efectuaba con menos regularidad en el campo, y que se ejercía en un sitio estable, la marranera, y combinado con piensos compuestos.
La compra de lechones destetados, los dilareños la realizaban de manera habitual en la feria de otoño de Padul (del 24 al 26 de Septiembre) y, tras pasar siete u ocho días, a los marranos se les capaban y a las marranas se les castraban ,por el herrador, con un bisturís, se cortaban genitales y le echaba un desinfectante. Las marranas era un poco más complejo ya que se les daba en la herida de la castración entre tres o cuatro puntos de sutura y un poco de desinfectante, para que no quedase enteros y su engorde fuera más rápido. Y su crianza permanencia hasta mediados de diciembre o se dilataba hasta mediados del mes de enero, cuando el peso de estos animales oscilaba de entre nueve a once arrobas de peso (de noventa a ciento quince kg. aproximadamente).
La matanza coincidía con las fechas de más frío del año. Todo ello con el propósito de curar en crudo los embutidos que se hacen; así como la curación de los salazones de paletillas, jamones, tocinos, y de los demás componentes.

Foto cedida por Paco Martín

La matanza del cerdo propiamente dicha.
Las matanzas en Dílar, la realizaban un par de cuadrillas o tres como máximo, que iban de casa en casa para el sacrificio de estos animales. En éstas previamente se tenía preparado una caldera o dos de agua hirviendo, en función del número de marranos que se mataban, para pelarlos y después abrirlos en canal y ser colgados, al menos veinticuatro horas, para que se orearan antes del despiece del animal.
El control administrativo era bastante arbitrario, ya que solo bastaba con comunicar al ayuntamiento el día que se iba a matar. Y el control sanitario consistía en llevar unas muestras tanto de vísceras como de unos cuantos puntos del animal para que los analizara el veterinario, éste cobraba su análisis en función del número de animales sacrificados. La mayoría de las veces, si se mataban varios marranos, para ahorrar dinero, se les entregaba la mitad de la muestras de éstos. Y, la mayoría de las veces, al día siguiente de haber matado y de haber ya consumido marrano. Por ello el control sanitario era de poca garantía sanitaria.
Foto cedida por Paco Martín
Una vez matados, se hace una apertura de la zona trasera pegada al culo, se cuelgan de las patas traseras en un camal –para ello se hace una apertura en el talón y se le introducen por entre los tendones las dos puntas del camal- y se abren en canal (por mitad de la barriga).Una vez abiertos, se le desprende de todas las vísceras, es decir, se sacaban los intestinos (las tripas), el hígado (asadura negra), los pulmones (asadura blanca), la tráquea (el guajerro), el páncreas (la pajarilla) y se les echan varios calderos de agua para enjuagarlos bien. Y con una caña o una vara la atravesaban la apertura en canal, para que permaneciera abierto por completo. Se desprendía de la parte trasera las mantecas del cerdo y se dejaban descansar sobre la caña o vara, para que orearan bien.
Foto cedida por Paco Martín
Aparte, el día anterior, en función de la morcilla que queramos hacer, así coceremos la cebolla por marrano, y depende de la cantidad de sangre que den los sacrificados, o bien si queremos hacer más morcilla y compramos aparte más cantidad de sangre. La cebolla, una vez cocida, se deja escurriendo bien, hasta que se desprenda del agua empapada. La morcilla que se prepara con la cebolla, la sangre y la manteca oreadas, esta última se corta con una tijera en trozos pequeños. Si queréis saber cómo se prepara la morcilla entrar en mi receta de morcilla casera
Las asaduras se cuelgan y se comerán entre la familia tanto frita como asada, una vez que se ha despedazado el marrano.
Las tripas que, habitualmente se echaban en una criba cubierta por un mantel grande: se limpian tanto de excrementos como de las telillas que las unen (lo que denominamos en Dílar: mollejas del menudo), ésta última es un bocado exquisito asadas en papel de estraza empapado en vino y puestas en el interior de las brasas o ascuas de la lumbre. Una vez desprendidas las tripas de excrementos y liberadas, se cortan y se les da la vuelta para limpiar su interior con agua caliente, sal, vinagre y con limón, tripas que nos servirán para hacer la longaniza y otros embutidos en crudo como la salchichas y el salchichón.

Cuando se abre en canal el animal, de la parte delantera pegando al cuello y espinazo, se les quita algunos trozos denominados mollejas. Éstas, conjuntamente con asadura blanca y negra, sirven de tapeo y de comida de medio día. Pues este día, es casi una fiesta familiar donde se come y se beben los primeros mostos del año.

Al día siguiente, los matadores vuelven para el despedazamiento del sacrificado. En varias tinas y lebrillos se van seleccionando las piezas que se separan, es decir, de un lado los jamones y Paletillas, de otro el espinazo troceado, las costillas cuarteadas para hacerlas en adobo o en salazón, los lomos por otra parte para conservarlos en manteca a la orza, las faldas de tocino por otra y la cabeza se les desprendía la piel (la careta), parte de ella para echar a la salchicha, las orejas y el rabo para la salazón y para hacer el cocido del “pucherico”, etc. La cesada también se sacaba y se le preparaba para que la comiesen los más pequeños y los más mayores de la casa. También se cortaban las patas de jamones y de paletillas (para hacer el guiso de manitas de cerdo).
Al día siguiente del despiece se preparaban varios cajones de madera para preparar las salazones con sal gorda. Para los jamones, en la parte anterior a su rotula, con un trapo, se empujaba hacia abajo para sacar la sangre que pudiera quedar antes de meterlo en sal y así evitar que en su cura se echasen a perder. También, de forma habitual, se salaban costillas, los huesos de espinazo, faldas de tocino y las papadas del marrano.
Además con parte de la falda de tocino se hacía manteca y chicharrones y para echar a la elaboración de todo tipo de embutidos.

Con el transcurrir del tiempo la costumbre antropológica ancestral de realizar las matanzas en nuestras casas está prohibida por razones sanitarias, incluso para las carnicerías, las que tienen que llevar los animales a sacrificarlos a un matadero con todas las garantías socio-sanitarias establecidas por la legalidad vigente española y de la normativa de la Unión Europea.
Pero no debemos echar en el olvido una costumbre de algunos siglos de existencia y que tantas opciones dieron para la alimentación de nuestros antepasados, no muy lejanos en el tiempo. De ahí que estas líneas sean un alegato para que las matanzas caseras pervivan en nuestra memoria por siempre.

Una familia con tradición carnicera.
En mi familia, hasta que me alcanza la memoria oral de su procedencia consagrada al mundo de la carnicería, se remonta al último cuarto de siglo del XIX a nuestros días.